lunes, 12 de septiembre de 2016

Olimareños por el Futbol

Danubio 1-0 Villa Española – Una te va a quedar

Por Arnel Dalmedo (arnel.dalmedo@eldiario.com.uy) | Domingo, 11 de septiembre del 2016



En Jardines se peleó por cada metro del campo. Se jugó poco. Pero tanto sacrificio le dio la recompensa al local en la última pelota del juego. Gonzalo Barreto le regaló tres puntos importantísimos a Danubio.
GONZALO-BARRETO-GOL

Es una postal. Todos los jugadores de campo de Danubio corren a abrazarse con sus compañeros del banco de suplentes. La hinchada se enloquece. Festeja uno de esos goles que valen tres puntos y quizás algo más. Al lado, como en otro escenario, Leonardo Ramos ni se inmuta. Es que si bien el equipo le regaló el triunfo en su cumpleaños, la Franja sigue sin jugar bien y el entrenador se los hace saber.
“Me voy contento solo por el resultado”, dijo el Leo a la salida. Se lo vio bastante enojado a lo largo de los 95′ minutos. Danubio manejó la pelota prácticamente todo el partido. Pero fue muy poco ofensivo. No pudo quebrar nunca la doble línea defensiva que le planteó Villa Española. Y cuando lo hizo encontró en el arquero, Carlos Techera, a una de las grandes figuras del juego. Le tapó un impredecible disparo a Saracchi en el segundo tiempo y minuto mas tarde una bomba al ángulo de Lucas Olaza.
En el local volvió a jugar Giovanni Zarfino y fue otra vez el patrón del mediocampo. Le faltó solamente recuperar de las tribunas las pelotas que los hombres del Villa reventaban cuando se veían apretados. El resto de los balones que más o menos andaban cerca morían en sus pies.
La visita buscó de todas formas conseguir un punto. Nunca aspiró a más. Intentó exigir a Etulain con algunos centros pero el arquero danubiano salió siempre bien y mostró mucha seguridad.
El símbolo del sacrificio en el partido fue Gonzalo Barreto. Y por eso se llevó el gran premio en el final. Es que en el minuto 90′ y con un Danubio al que se le iban apagando las ideas corrió no menos de 20 metros para desparramarse y quedar regalado ante un enganche del arquero rival. Poco le importó. En la siguiente, pasado ya la hora por cuatro minutos pero dentro de la adición, volvió a la carga. Había quedado lejos de la jugada en un centro pero fue a pelearlo. Como si alguien le hubiese asegurado que habría una segunda pelota. Y fue de él. Se la llevó de guapo para rematar y dejar parado por única vez a Techera. De seguro ya no podía más. Pero siempre quedan energías para correr hacia el banco a festejar un gol en la hora.

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