Mayores - Treinta y Tres 2 Chuy 1:
Neutral free shop
de G.I.E.F.I. - Fútbol del Interior de Uruguay
No es por hacerle publicidad a ese comercio de la frontera, el más antipático de todos los free shop del Chuy, por ajustarse a la ley y no venderle a los uruguayos (vaya a saber luego de cuantas sanciones), sino porque uno de los temas más discutidos desde que el sábado pasado quedó definido el cruce entre olimareños y fronterizos fue justamente la neutralidad de la cancha en la que debía disputarse el encuentro.
El tiempo de vacas gordas que según los datos económicos vive el país, no le ha llegado el empobrecido (de dinero e ideas) fútbol del interior. Entonces la premisa de los dirigentes es gastar lo menos posible, aún cuando los éxitos deportivos demandan justamente lo contrario, porque cuanto más se avanza, más lejos hay que ir y más hay que gastar en transporte, comidas, viáticos, etc. Entuerto que año tras años deben "desfacer" los dirigentes, pero que hasta el día de hoy, en la mayoría de los casos, no encuentran la fórmula. Así, como las alternativas verdaderamente neutrales eran muy onerosas (Minas, Aiguá, etc.) surgió la opción de jugar en Treinta y Tres. La ventaja deportiva que cedía el Chuy al jugar realmente como visitante fueron rápidamente disimuladas cuando los dirigentes de la frontera pudieron minimizar los costos de este repechaje.
La lógica indica que deportivamente la decisión favorece a los olimareños, pero dada la historia sumamente pareja de los enfrentamientos entre ambas selecciones (6 partidos jugados, 2 ganados por cada uno, 2 empates, 8 goles convertidos por cada una), y la dificultad histórica de la "roja" en partidos eliminatorios, nivelaba tal ventaja, porque la presión del público local, cuando las cosas no salen, puede ser un elemento en contra.
Finalmente, luego de tantas elucubraciones llegó la hora del partido. Treinta y Tres salió con todo, no sólo con ganas, si no con fútbol, siendo auténticamente "local". A los 20 minutos estaba 2-0 y todo hacía presagiar una goleada. Pero la lesión del enganche olimareño Simón Mier a los 30 minutos cambió la historia. Porque se cortó el circuito futbolístico y porque el técnico Ubilla decidió apenas disputada la tercera parte del partido, "cerrar" el mismo. Puso al defensa Barrera en lugar de Mier y luego los cambios posteriores fueron más tendientes a cuidar el arco propio que a lastimar el adversario.
Visto así, friamente, analizando la vocación ofensiva o defensiva del planteo, el planteo de Ubilla fue excesivamente amarrete. Pero justo es reconocer que la "roja" no ha sido históricamente protagonista y que le cuesta mucho consolidar supremacía en este tipo de partidos y que cada vez que se usó la proliferación de delanteros y el afán de "tocar" y "jugar al fútbol" no nos fue bien. Fue arriesgado, le dio una cuota de sufrimiento a los hinchas olimareños quizá excesiva, pero al final, el resultado fue positivo.
El segundo tiempo fue un suplicio para los ¿locales?, una auténticame muestra de lo que ha sido históricamente este encuentro, con mucha paridad.
Sobre el final, el técnico de Chuy y algunos jugadores, quizá en la impotencia de vérseles escapar los minutos y el partido y con la sangre en el ojo con sus propios dirigentes porque, somo lo reconocieron posteriormente, técnicos y jugadores no estaban de acuerdo con la "neutralidad" del estadio Centro Empleados de Comercio, protagonizaron alguna refriega contra los árbitros, haciendo que el despliegue policial llegara a participar hasta con caballos en la cancha. El arbitraje no incidió en el resultado, incluso el juez debió haber expulsado a un defensor de Chuy que se interpuso chocando con el árbitro cuando éste iba a amonestar un jugador olimareño, a escasos minutos del final. En mi opinión, repito, el ofuscamiento fue más contra otros elementos que contra el propio arbitraje.
Al final, la calma primó. El juez fue muy benevolente ya que sólo denuncia al técnico y tampoco lo hace en términos muy duros.
En fin, una historia más, de las tantas que tiene el fútbol del interior, como la famosa "pelota de playa" que introdujeron algunos años atrás en el campo de juego del Samuel Priliac en un enfrentamiento entre estas mismas selecciones. Las vivezas, las negociaciones, el fútbol.... va y viene.
Sobre el final, para la anécdota, cuando el estadio había apados sus luces, el combinado olimareño cenaba en el complejo y los fronterizos ya se dirigían a sus lares, tuvimos que darle un "empujón" al móvil de los tacuaremboenses que impartieron justicia, ya que el "Fiat uno" se les había "ahogado" quizá debido a la tensión del encuentro.
Por Alejandro de León (GIEFI - Treinta y Tres)
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