martes, 8 de mayo de 2012

9na. Copa Nacional de Clubes

A lo Treinta y Tres
Por Juan R. Silva
El decano ganó en su debut en la Copa.
Con una connotación interesante y no muy habitual en el futbol que se quedo a dormir al lado de un rio, el equipo albiceleste logró los primeros tres puntos afirmado en dos connotaciones que repito no son de las más frecuentes en nuestro balompié, lo anímico y lo físico.

Así Treinta y Tres tuvo que enfrentar como local a un equipo, el Peñarol de Castillos, sector interior de Rocha, que en los primeros minutos fue superior futbolísticamente y que lo maniató en su propio campo durante algo así como 10 minutos en los cuales, convirtió a la salida de un córner, luego de un error de Larrosa, el zaguero Martin Barrios, pero además ya mostrando que futbolísticamente tenía problemas el decano "fauleó" repetidas veces, con su principal referente Martin Alzugaray amonestado por un puntapié muy grosero al movedizo delantero Techera.

La visita mostraba también algo muy básico pero para nuestro futbol campesino efectivo, mucha presión en el medio juego donde Alejandro Lioret, experiente jugador que incluso tuvo un pasaje por el profesionalismo, parecía el barómetro del equipo y sobre todo los delanteros y volantes negros impedían concretar algún circuito de futbol en los locales.

Pero a partir del gol pareció aflojar ese ritmo frenético de la visita y el decano empezó, primero a netos impulsos individuales pero luego consiguiendo algo parecido a un plan de juego, la elaboración de un circuito de juego, algo que no habíamos visto aun en nuestro campeonato domestico donde los de Muraña son hasta ahora lideres.

El circuito comenzaba en el afirmado de la marca, donde sobre todo Julio Romero se solidificaba y a pesar que los albicelestes sufrían por izquierda donde también “Pichón” Díaz era amonestado, ese control permitía arriesgar un poco más en el medio juego y ahí aparecía Alejandro Pereira, con su manejo, “acarriando” el balón que la movilidad de Velardes y de Diego Mieres comenzaba a encara a una defensa grande pero muy limitada en la marca a la pelota a ras de piso, sufría entonces la visita con el trascurrir del partido cuando los locales los atacaban pelota al pie y con habilidad.

Un par de excelentes intervenciones de Álvaro García, arquero que supo ser campeón uruguayo con Rocha Futbol Club en el profesionalismo, evitaba que Treinta y Tres empatara pero era claro que la cancha se había inclinado contra el marco del muy buen golero visitante.

Y llego el empate en un anticipo de “Coti” Alzugaray, gambeta del “Pulga” Pereira, atracción de la marca rival y pelota entrelineas para Mieres que burla con su velocidad la cobertura rival, excelente definición del ariete, tomando un tiempo para superar a García y toque a la red, por concepción un golazo.

A partir de ahí 27 minutos de ese primer tiempo y hasta el final la visita dispuso de dos o tres chancees claras, donde debió haber batido a Larrosa que redimiéndose de su error en el gol, evitó el segundo gol de “los negros” del Peñarol de Castillos.

Larrosa en un mano a mano con el volante Pedro Rocha (sin nombre te agarraron Pedro Emilio) y una deficiente definición, solo absolutamente en el medio del área albiceleste del inquieto Techera, fueron claves para que el resultado se mantuviera, porque Treinta y Tres luego del empate como que tomó {o aire nuevamente y “aflojó” su presión ofensiva.

El comienzo del segundo tiempo fue parejo con un dominio “intelectual” de la visita, dado el resultado y el plan de juego, pero con mucha predisposición al roce de los dos equipos, era lo que se dice comúnmente “un partido de Copa donde el que se equivoca pierde” y la lógica pareció darse cuando en otra arriesgada e imprudente infracción, el capitán y emblema de Treinta y Tres Martin Alzugaray ve su segunda amarilla y debe retirarse del campo de juego.

Complicación para el decano dijo la cátedra y lo reafirmo cuando 5 minutos después otra entrada totalmente fuera de tiempo de Santiago Alzugaray lo hace ver la tarjeta roja, dos menos, el error esperado.

Pero ahí debo ser contundente y decir que se me desmereció el equipo visitante, al que la verdad hasta ese momento era elogiable el orden y el manejo del partido, creo que sorprendido por el error grosero de los albicelestes, quedarse con dos menos con 30 minutos por jugar, se confundió y “se paralizó” futbolística ( un escenario inesperado), física ( empezaron a lesionarse y acalambrarse sus jugadores en una muestra de que o Treinta y Tres “vuela “ físicamente, que está bien, o que hubo una mala gestión de recursos del técnico visitante mandando a su equipo a “correr” un partido cuando no estaba para eso) y anímica ( se aplastó y no encontró respuestas ni con los cambios al achique de espacios local, parecía que le “quemaba “ la pelota perdiendo precisión en las habilitaciones) es decir que Peñarol de Castillos “se fue” de la cancha.

Ahí en ese momento de dudas y temores rivales apareció “el Treinta y Tres” que todos conocen, el que si te regalas, te arranca la cabeza.

Y con un esquema, debo decirlo claramente, donde Nuber Muraña se siente como pez en el agua, recordar aquella épica victoria cuando dirigía a Barrio Coya por la Copa ante San Lorenzo con 8 desde el primer tiempo, donde Treinta y tres “se parte” en la cancha defendiendo con 6 permanentemente y dejando dos arriba colgados, el ingreso de Nicolás Gutiérrez y su habilidad endiablada fue decisivo.

Porque el albiceleste encontró a quien darle la pelota y junto a un infatigable “Diablo” Sergio Velarde empezaron a generar faltas en la última zona rival, de una de ellas salió el tiro libre y posterior rebote que encontró a Darío Vera, en una “excursión” rara y solitaria, solo en el medio del área y su acrobático cabezazo venció a García, sorpresa para propios y extraños, Treinta y Tres si te regalas “te arranca la cabeza”.

Y los 15 minutos que siguieron fueron un manojo de nervios y apuro de la visita, que siguió sin entender nunca como estaba en esa situación, apurado, confuso y queriendo gritar el gol ante de hacerlo y Treinta y Tres “trabajando” el partido, afirmado en la consistencia y firmeza de todos los jugadores que quedaban dentro de la cancha, sobre todo Romero.

La expulsión, exagerada totalmente de Daniel Carballera, que entró metido en el partido, mas las permanentes subidas a cabecear de el arquero García le dieron al partido esa dosis de dramatismo que fueron la frutilla de la torta, para un relato épico como lo fue este de la victoria decana, el ultimo centro donde le ingresado Castellano se anticipa a el arquero García, que se había quedado a vivir en el medio del área albiceleste fue también la dosis de azar que todo equipo necesita para ganar en un partido como este, tan cerrado futbolísticamente y tan parejo en el desarrollo emotivo.

Treinta y Tres sumó de a tres y eso visto el empate de Lavalleja de Rocha y Las Piedras de 18 de Julio le da otra tranquilidad a la hora de preparar el partido por más que las 3 expulsiones son un llamado de alerta importante, para ganar la serie debe el albiceleste tener todo su plantel a plano y la mayor cantidad de partidos posible, sino va ser una serie muy pareja donde los partidos de local son importantes, ahí hay que sumar de a tres y Treinta y Tres lo hizo, pero lo más importante para el decano fue la ratificación del concepto que seguramente forja una filosofía “Treinta y Tres es un equipo, acaso el único de este pueblo, que si te regalas, te arranca la cabeza”.

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