Foto de Darío Mariño
Es Treinta y Tres
Por Juan R. Silva
La tercer derrota en línea y la primera en el Campeonato
Local del Decano, ante Peñarol, había dinamitado la base de la estructura
albiceleste que tanto le había costado articular a Nuber Muraña.
Los cuestionamientos técnico tácticos, las lesiones y suspensiones ,la división más
que evidente de “jóvenes” y “viejos”, los problemas de integración y sobre todo
la falta de resultados favorables , que todo lo “maquillan”, habían dejado
totalmente “nock out” al albiceleste.
Mas si debía jugar
ante el San Lorenzo que tiene uno de los dos mejores planteles del medio, junto
a Huracán, ya sin la Copa, su lastre autoimpuesto, que lo alejó más que
claramente de la definición de este Apertura, que tenía casi todo ( faltaban
quizás Martin Ávila y Calastretti) pero su potencial era mucho más fuerte, en
los papeles, que él ya comentado Treinta y Tres.
Y debo decir que ver
ese difícil panorama decano fue , es mi visión repito , lo que entusiasmo tanto
a Yerbalense al final de su partido ante Lavalleja, la verdad Treinta y Tres
estaba mal, con dos casi debutantes en la línea de contención, como muestra más
clara.
Y ganó Treinta y Tres dos a cero, bien, justicieramente,
aprovechándose de la mala lectura táctica del azulgrana por supuesto, sacando
ventaja de la superioridad física y conceptual del ataque decano ante la
liviana marca rival también, pero sobre todo poniendo y aquí fueron figuras los
dos chicos casi debutantes que decíamos más arriba, “Maxi” Larrosa y “Pibe”
Silveira, poniendo decía y tirando sobre el césped del estadio municipal, el
pundonor y el corazón, agresivo física y
técnicamente que la historia y la idiosincrasia futbolística le ha otorgado
como marca distintiva “al Treinta y Tres”.
Dicho esto, poniendo en primer lugar la actitud combativa en
defensa y ataque de los albiceleste mas el muy buen partido de Gonzalo Lemes,
explicación individual del triunfo decano, debo decir que San Lorenzo murió en
su ley, intentado protagonizar, basado en su juego atildado de pases
horizontales y el intento preciosista de jugar bonito, pero careciendo
gravemente de justeza y precisión, es mas fue casi abúlico el azulgrana carente
totalmente de dinámica, termino en un fulbito que nunca pareció exigir
seriamente a Larrosa, salvó en una o dos jugadas del primer tiempo donde
apareció Víctor Goldaracena.
Y al revés del fin de semana anterior donde Peñarol le achicó
el espacio hacia atrás a Treinta y Tres, San Lorenzo se lo agrandó y por si fuera
poco con dos zagueros que nunca encontraron la medida para jugar escalonados y
con una diferencia nunca corregida en el primer tiempo de Lemes contra Agriela
donde había una diferencia de 15 años de futbol y seguramente demás 20 kilos de
potencia a favor del albiceleste.
Un error de Gadea al despejar y una prepotente definición de
Lemes ponían en ventaja al decano y tiraban por el piso todas las
especulaciones previas, y a partir de ahí el buen trabajo de Larrosa y
Silveira, mas la muy buena labor de Romero, no tan expuesto como el sábado,
transformaron el partido que además encontraba en Guzmán Furtado una salida por
derecha y en Diego Da Silva un buen compañero de faena por el otro lateral.
Pero una vez mas "el karma” azulgrana aceleró la
definición del partido, las expulsiones.
San Lorenzo, sus
jugadores mejor dicho parece no entender una concepción básica del juego, es
mas porfían en demostrar lo contrario, San Lorenzo para poder plasmar
adecuadamente su juego de apoyos y tenencia de pelota debe basarse en dos
premisas, o juega con mucha habilidad o impone superioridad numérica por detrás
de la línea de la pelota para tener receptores libres siempre que empieza a
jugar la pelota lateralmente para provocar el error rival, a eso juega san
Lorenzo, por eso tiene ese toque de pelota que desarma a los rivales y los
frustra, pero cuando pierde un jugador por expulsión ya debe solamente apelar a
la habilidad y ni hablemos cuando pierde 2, en todos los partidos que hemos
visto a San Lorenzo, aun cuando a goleado le han expulsado jugadores, esta vez
fue William Alzueta al terminar el primer tiempo y Víctor Goldaracena al
comenzar el segundo, demasiado hándicap.
Con 9 jugadores y con un
rebelde intento de Graví, Moreira y Castillo intentó San Lorenzo apretar
a un Treinta y Tres que inteligentemente
se retrasó y se agazapó, sabía que Larrosa y Silveira ganarían las
divididas y eso es una tranquilidad impagable.
Cuando el tiempo corrió y San Lorenzo arriesgó el 1 contra 1
en defensa para sumar apoyos, dejó el decano a Yamandu Tabeira contra la
derecha y de no mediar que sus compañeros lo vieron sobre el final recién, el
Yama debió liquidar el partido mucho antes porque jugó casi que solo todo el
segundo tiempo y eso con su calidad técnica es demasiada ventaja.
Debo decir que para mi hubo un claro penal en el área decana
cuando estaban 1 a 0 pero eso para nada opaca ni el triunfo albiceleste ni el
buen arbitraje de Perrugoria, es cuestión de interpretación y la interpretación
es particular, Piriz cae sobre el balón y apoya su mano izquierda sobre él, en
una invasión de Manuel Graví, pero insisto es interpretación y confieso que
escribo esto sin ver la repetición, es lógico que a 10 metros vas a ver más que
yo a 150 pero para mí fue penal.
Así con el gol de Tabeira Treinta y Tres cerró el partido y
al que todos daban por muerto resucitó, como dice la canción, “y se acabó la diversión
llegó el comandante y mandó parar” porque amigos, amigas del futbol olimareño,
el decano podrá estar dividido, peleado, podrá estar jugado poco y nada…pero es
“el Treinta y Tres” el único equipo olimareño que alguna vez ganó algo.
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