Con el profesor Yamandú Sosa
Equipo Tecnico III parte.
A tal extremo el Uruguay adoptó en el aspecto académico el
modelo europeo de dirigir el futbol, que una generación bastante numerosa de
campeones Olímpicos y Mundiales no pudo dirigir a nivel profesional por no
tener “el título”. Como es natural al Uruguay Batllista que aún llevamos
marcado a fuego, nada es más importante que la habilitación del estado.
Una de las múltiples causas por la cual Brasil, un cuadro
timorato y perdedor hasta 1950, tuvo la posibilidad de transformarse hacia
adelante y ser cinco veces campeón del
mundo, es que tuvo la habilidad de respetar a sus Cracks. Allí, los
jugadores de reconocida trayectoria profesional brindan para ser habilitados un
curso simbólico, testimonial. En Uruguay, insólitamente de espaldas a la
realidad, el curso es insoslayable, y de una exigencia académica injusta con
quien en más de una oportunidad, por su propia profesión de futbolistas, no
pueden tener un desarrollo equivalente en las aulas. Hugo de León, con quien no
comulgo en muchísimos temas, fue el último gran capitán de la historia del
fútbol uruguayo, consagrándose cuatro
veces campeón del mundo a nivel de clubes, dos con Nacional y dos con Gremio de
Porto Alegre. En tres de esas cuatro oportunidades era el capitán. Es el único
jugador que ha tenido la personalidad de defender este derecho del jugador
hasta las últimas consecuencias. Habiendo hecho el curso en Brasil, se negó a
realizarlo en nuestro país por un tema de principios, lo cual le ha costado no
dirigir. Por su peso político en la
AUF , Nacional logró que dirigiera una breve y exitosa
temporada, para luego ser nuevamente inhabilitado.
En definitiva, lo cierto es que en nuestro país, jugadores
como Obdulio Varela han sido radiados de la dirección técnica ¡por motivos
académicos!
¿Cómo se conformó el cuadro de 1950?
Fue favorecido por el desorden institucional. La múltiple e
interminable problemática derivada de la huelga de jugadores, que de varias
maneras se trasladaba a la elección del técnico, hacía que la decisión se
postergara repetidamente. Sin embargo, aún las viejas tradiciones estaban
metidas en nuestra cultura. Mientras no se elegía técnico, se mandató a un
grupo de los Campeones olímpicos y mundiales, comandados una vez más por el
gran JOSÉ NASAZZI.
En la cultura de ese momento, elegir los jugadores todavía no era necesariamente una de las tareas del técnico, y podía irse realizando mientras no era designado. Ellos salieron del “lobby” y fueron por todas las canchas, aún las de la extra, buscando jugadores. Cada uno decidía en su puesto. Fue NASAZZI, por ejemplo, que incluyó a un zaguero joven y desconocido, recién venido de Artigas que jugaba en Cerro, llamado Matías Gonzáles. Los otros jugadores no lo querían, pues había “carnereado” en la durísima huelga de jugadores y solamente una figura como la del MARISCAL, a quien nadie se atrevía a contradecir, pudo incluirlo explicando que el error era más que nada hijo de la juventud y de la ignorancia. De haber existido la actualmente normal mecánica de citación de selecciones, “el León de Maracaná” no hubiese existido jamás. De haber existido una cabeza técnica rígida y/o políticamente correcta, ni Obdulio Varela, ni Máspoli, ni Gambetta, ni Schiaffino, jugadores conflictivos, que habían sido cabeza de la huelga, hubiesen concurrido. Téngase en cuenta que el húngaro Hirsch figuraba como uno de los principales candidatos. Los jugadores, precisamente, fueron la más grande fuente de presión para que se denominara a Juan López. “Juancito”, como ellos le decían, los dejaba hacer lo que ellos querían y sabían. Vieja tradición uruguaya nacida en 1903 y cubierta de gloria: GANAR EN CUALQUIER CANCHA.
En la cultura de ese momento, elegir los jugadores todavía no era necesariamente una de las tareas del técnico, y podía irse realizando mientras no era designado. Ellos salieron del “lobby” y fueron por todas las canchas, aún las de la extra, buscando jugadores. Cada uno decidía en su puesto. Fue NASAZZI, por ejemplo, que incluyó a un zaguero joven y desconocido, recién venido de Artigas que jugaba en Cerro, llamado Matías Gonzáles. Los otros jugadores no lo querían, pues había “carnereado” en la durísima huelga de jugadores y solamente una figura como la del MARISCAL, a quien nadie se atrevía a contradecir, pudo incluirlo explicando que el error era más que nada hijo de la juventud y de la ignorancia. De haber existido la actualmente normal mecánica de citación de selecciones, “el León de Maracaná” no hubiese existido jamás. De haber existido una cabeza técnica rígida y/o políticamente correcta, ni Obdulio Varela, ni Máspoli, ni Gambetta, ni Schiaffino, jugadores conflictivos, que habían sido cabeza de la huelga, hubiesen concurrido. Téngase en cuenta que el húngaro Hirsch figuraba como uno de los principales candidatos. Los jugadores, precisamente, fueron la más grande fuente de presión para que se denominara a Juan López. “Juancito”, como ellos le decían, los dejaba hacer lo que ellos querían y sabían. Vieja tradición uruguaya nacida en 1903 y cubierta de gloria: GANAR EN CUALQUIER CANCHA.
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