miércoles, 17 de octubre de 2018

"PROSIANDO DE FULBO".


Con el profesor Yamandú Sosa   


Equipo Tecnico III parte.


A tal extremo el Uruguay adoptó en el aspecto académico el modelo europeo de dirigir el futbol, que una generación bastante numerosa de campeones Olímpicos y Mundiales no pudo dirigir a nivel profesional por no tener “el título”. Como es natural al Uruguay Batllista que aún llevamos marcado a fuego, nada es más importante que la habilitación del estado.
Una de las múltiples causas por la cual Brasil, un cuadro timorato y perdedor hasta 1950, tuvo la posibilidad de transformarse hacia adelante y ser cinco veces campeón del  mundo, es que tuvo la habilidad de respetar a sus Cracks. Allí, los jugadores de reconocida trayectoria profesional brindan para ser habilitados un curso simbólico, testimonial. En Uruguay, insólitamente de espaldas a la realidad, el curso es insoslayable, y de una exigencia académica injusta con quien en más de una oportunidad, por su propia profesión de futbolistas, no pueden tener un desarrollo equivalente en las aulas. Hugo de León, con quien no comulgo en muchísimos temas, fue el último gran capitán de la historia del fútbol uruguayo,  consagrándose cuatro veces campeón del mundo a nivel de clubes, dos con Nacional y dos con Gremio de Porto Alegre. En tres de esas cuatro oportunidades era el capitán. Es el único jugador que ha tenido la personalidad de defender este derecho del jugador hasta las últimas consecuencias. Habiendo hecho el curso en Brasil, se negó a realizarlo en nuestro país por un tema de principios, lo cual le ha costado no dirigir. Por su peso político en la AUF, Nacional logró que dirigiera una breve y exitosa temporada, para luego ser nuevamente inhabilitado.
En definitiva, lo cierto es que en nuestro país, jugadores como Obdulio Varela han sido radiados de la dirección técnica ¡por motivos académicos!
¿Cómo se conformó el cuadro de 1950?

Fue favorecido por el desorden institucional. La múltiple e interminable problemática derivada de la huelga de jugadores, que de varias maneras se trasladaba a la elección del técnico, hacía que la decisión se postergara repetidamente. Sin embargo, aún las viejas tradiciones estaban metidas en nuestra cultura. Mientras no se elegía técnico, se mandató a un grupo de los Campeones olímpicos y mundiales, comandados una vez más por el gran JOSÉ NASAZZI.
En la cultura de ese momento, elegir los jugadores todavía no era necesariamente una de las tareas del técnico, y podía irse realizando mientras no era designado. Ellos salieron del “lobby” y fueron por todas las canchas, aún las de la extra, buscando jugadores. Cada uno decidía en su puesto. Fue NASAZZI, por ejemplo, que incluyó a un zaguero joven y desconocido, recién venido de Artigas que jugaba en Cerro, llamado Matías Gonzáles.  Los otros jugadores no lo querían, pues había “carnereado” en la durísima huelga de jugadores y solamente una figura como la del MARISCAL, a quien nadie se atrevía a contradecir, pudo incluirlo explicando que el error era más que nada hijo de la juventud y de la ignorancia. De haber existido la actualmente normal mecánica de citación de selecciones, “el León de Maracaná” no hubiese existido jamás. De haber existido una cabeza técnica rígida y/o políticamente correcta, ni Obdulio Varela, ni Máspoli, ni Gambetta, ni Schiaffino, jugadores conflictivos, que habían sido cabeza de la huelga, hubiesen concurrido. Téngase en cuenta que el húngaro Hirsch figuraba como uno de los principales candidatos. Los jugadores, precisamente, fueron la más grande fuente de presión para que se denominara a Juan López. “Juancito”, como ellos le decían, los dejaba hacer lo que ellos querían y sabían. Vieja tradición uruguaya nacida en 1903 y cubierta de gloria: GANAR EN CUALQUIER CANCHA.







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